El cooperativismo como un aliado al desarrollo económico local

El cooperativismo como un aliado al desarrollo económico local

Variadas son las formas en las que se puede mejorar el desarrollo económico local, pues en estas líneas se tratará de plasmar el aporte que pueden realizar las cooperativas, como una manera de fomentar la asociatividad en las empresas, mediante la organización de una estructura orgánica que tuvo un gran auge a principios del siglo XIX junto con la Revolución Industrial y que hoy en día tiene la posibilidad de resurgir para paliar problemas presentes en la productividad local.
Para comenzar es preciso señalar que el cooperativismo surge como una alternativa válida para mejorar las condiciones económicas, sociales y culturales de muchos países que en la actualidad son desarrollados, la cual está presente prácticamente en todas las ramas de la actividad productiva, pues su definición original de la RAE se puede extraer que se refiere a “que coopera o puede cooperar algo”, en tanto si se específica el término a cooperativa propiamente tal, es posible vincular el término la asociación “entre productores, vendedores o consumidores para la utilidad común de los socios”, he aquí que surge la conceptualización del término de utilidad, como una alternativa que sugiere una mirada mucho más inclusiva que como le es conocida en términos generales, pues no tan sólo se asocia a la rentabilidad normal de una entidad, sino que implícitamente requiere la apertura de tal concepto para dar paso a la obtención de beneficios en comunicad, teniendo presente que esta “utilidad común”, abre el círculo para que los integrantes voluntarios de la unidad cooperativa puedan establecer objetivos en común, que van más allá de una simple rentabilidad.
Dentro de las ventajas que poseen las cooperativas, se encuentran la reducción de costos, el aprovechamiento de economías a escala (posibilidad de comprar más barato, porque pueden hacerlo con volúmenes mucho más grandes), a consecuencia de ello, también tienen la posibilidad de encontrar mejores formas de generar negociaciones, debido a que tienen un poder comprador mucho más amplio actuando en conjunto, lo cual da pie a insertarse a los diferentes mercados con una posición más fortalecida frente a otras entidades individuales.
En la configuración de su estructura, que promueve la actuación en conjunto, también es posible dilucidar el cultivo de valores basados en la confianza, estableciendo premisas que incluyen la práctica de una democracia participativa, igualdad entre los asociados, equidad (aportando al problema de distribución del ingreso) y solidaridad, lo cual tiene su origen en el propio trabajo colaborativo que promueven, donde algunos países inclusive lo asocian como un instrumento potente para promocionar una verdadera economía social, dándole una importancia especial al concepto de capital social, que define Durton (2003), como “el conjunto de relaciones basadas en la confianza y los comportamiento de cooperación y reciprocidad”.
En Chile se da la existencia de la Ley General de Cooperativas, mediante la dictación del DFL N° 502 del año 1978, impulsada por el Ministerio de Economía, Fomento y Reconstrucción, la cual es matizada con la dictación de la Ley 19.832 del año 2002 que viene a modificar la antigua normativa legal, dándole un carácter más actualizado que refleja ampliamente la realidad nacional, detallando las características y naturaleza de este tipo de entidades, así como también entregándole la importancia que representan para el desarrollo económico del país.
El gran aporte que tienen las cooperativas para el desarrollo económico local, está dado con la prerrogativa de que son organizaciones que promueven la conexión entre las necesidades locales y la realidad que viven las mismas, a lo cual, algunos autores le atribuyen un alto grado de resiliencia, pues llevan consigo la responsabilidad de enfrentar cualquier dificultad de forma conjunta, colocando en un sitial importante el concepto de comunidad en todo su esplendor, debido a que su origen y naturaleza abalan su existencia como entes primordialmente comunitarios.
Por otra parte, las cooperativas tienen una forma de administración que resulta atractiva, por su alto sentido de participación entre sus socios y la manera de perseguir objetivos en conjunto, los cuales van arraigados a una constante búsqueda de beneficios que garanticen una llegada a todos sus miembros. Además según Internacional Co-operative Alliance (ICA), este tipo de organizaciones contienen sus propias formas de constituirse y organizarse, donde en general se busca la inclusión voluntaria, que va aparajado de un componente democrático, donde se da la existencia de una autonomía respecto a otras entidades y pueden participar en la toma de decisiones, pudiendo optar a capacitación referida a cooperativas, donde no existe restricción para colaborar con otras entidades de la misma naturaleza, presentando un alto grado de compromiso con la comunidad. En definitiva, siguen sus principios en todo su actuar, para mostrar consecuencia tanto dentro de la misma organización, así como también hacia el exterior, por medio de acciones concretas que las hagan distinguirse de otras organizaciones.
Otros autores como Borzaga y Galera (2012) destacan que las cooperativas como entidades sociales crean un “valor económico y social”, el cual destaca por su compromiso con la ciudadanía y pueden representar de manera elocuente lo que hoy en día se conoce como la responsabilidad social. En los mismos términos la Agenda para el Desarrollo post 2015 que elaboró Naciones Unidas menciona de manera explícita la importancia de las cooperativas para los países, donde establece 12 objetivos que los asocia al desarrollo sostenible.
Finalmente resulta importante destacar el rol que cumplen las cooperativas para la estabilidad de un país y por qué no de una economía local, por tanto no es de extrañar que estén presentes en los discursos de muchos políticos y más concretamente en políticas de organismos tan importantes como son las Naciones Unidas, pues el componente más atractivo que tienen este tipo de organizaciones, tal vez esté dado con la resiliencia que representan, la cual puede estar presente inclusive en las diferentes crisis económicas que enfrenta un país, debido a que implícitamente contiene dos elementos sustanciales que son parte importante de una economía, por un lado representan un sector productivo y por otro son constituidas en base a la cooperación que implica el fortalecimiento explícito de una verdadera economía social.

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Guido Asencio Gallardo, es académico de la Universidad de Los Lagos, Licenciado en Ciencias Contables – Contador Público y Auditor, Diplomado en Gestión Estratégica, Diplomado en Políticas Públicas, Mg(c) Ciencias Sociales y MBA(c) Latinoamericano. Escribe para esta columna en materias de RSE, Desarrollo Socio Económico y Políticas Públicas. Integrante Núcleo de Investigación Desafíos Regionales de la Universidad de Los Lagos.

La opiniones vertidas en esta columna son de responsabilidad del autor y no representan necesariamente la opinión del Grupo Lisaison Consultoría S.p.A.