Formación de la ética ciudadana

Por Iván Godoy Flores. 05.02.22. Hace un tiempo atrás me preguntaron por la importancia de una ética de formación ciudadana.  Desde mi punto de vista la formación ciudadana está vinculada a la conciencia política del sujeto de derechos (el/la ciudadano/a). De ahí que es importante entender esta conciencia política como un conjunto de elementos inherentes no solo a los factores cognitivos sino también sentimentales/emocionales. Cognitivos porque hace que el/la ciudadano/a se sienta perteneciente a una sociedad (Estado y Sociedad Civil) mediante el conocimiento de los elementos que conforman el Estado como estructurador de la sociedad y por ende conocedor de los derechos y deberes y al mismo tiempo hacerlos propios. Y al mimo tiempo, emocionales pues la idea de patriotismo por ejemplo nos lleva a los sentimientos de pertenencia a un lugar, una nación y sus identidades. Pero lo importante aquí no es solo el «sentimiento de amor a la patria», sino el sentimiento de amor a los compatriotas. La idea de cohesión social no lleva a la paz de la sociedad en que vivimos y cuyo gobierno la conocemos como democracia..

La fortaleza de estas iniciativas se vinculan con el perfeccionamiento de la democracia como la mejor modalidad de gobierno que hemos conocido y la oportunidad de construir una sociedad más justa y equitativa. Pero ahi algo quizá que es tan importante que lo anterior: más allás de la posibilidad que los/las ciudadanos se reconozcan en la sociedad, la posibilidad de reconocer las injusticias, las desigualdades, que provocan las desviaciones de la democracia, tales como la oligarquía, la plutocracia, la corrupción, el autoritarismo, la violencia de Estado y todo lo que atente al Estado de Derecho.

Respecto a la responsabilidad ética en ciudadanía, qué duda cabe que la ética como orientador de nuestra acciones nos conducen por la rectitud de nuestro camino hacia los objetivos y metas que nos hemos planteado. Sin embargo, esta visión de la ética no siempre es aceptada en nuestra sociedad postmoderna. El día a día nos consume y nos lleva por sendas desconocidas del actuar ético. Nuestro estilo de vida nos ha llevado a un pragmatismo donde no son las virtudes (excelencia) las que no guían, sino como plantea la pregunta, la posibilidad de no responder por nuestros actos, en tanto juicios sociales y legales. La privatización de la ética es un ejemplo de ello. Expresiones como «No es asunto mio», «No es mi problema», «No estoy ni ahí» o «Qué me importa a mi» son ejemplos de una ética privatizada, donde no importa el otro.

La formación ética profesional no lleva a formar no solo mejores profesionales sino también, mejores ciudadanos/as para los nuevos retos del mañana. Recuerdo a un filósofo brasilero (Leandro Karnal) decir que ser ético es un buen negocio. Pues yo digo que hagamos buenos negocios con ética. Que los sistemas productivos de hoy no signifique dañar a las personas y al medio ambiente de hoy y del futuro. Ser ciudadano es pensar en la polis como defendía Aristóteles. Es en ella que pensamos nuestras vidas proyectándonos en el futuro, cualidad intrínseca de los seres humanos.

¿Cómo se promueven los conceptos claves de Ciudadanía y Formación Ciudadana? tales como: participación, ética, responsabilidad social, espíritu crítico y reflexivo, tolerancia, respeto, democracia, diálogo, solidaridad, diversidad cultural y medioambiente). Estos son conceptos muy esenciales para la convivencia y la sostenibilidad de nuestras sociedades (Estado y sociedad civil). Estoy convencido que son los líderes – los buenos líderes – que empujan estos conceptos como visión de un futuro mejor. Creo que la promoción del mejoramiento de las capacidades de liderazgo, gestión sindical, vecinal, estudiantil, comunitario puede significar un cambio positivo para nuestras comunidades en general. En mi opinión, los auténticos liderazgos son los que inspiran ciudadanía. Aunque debo advertir, que en nuestro país estamos observando el inicio de una crisis de liderazgo como ya se observan en países como Colombia y Brasil, pues los gobierno lejos de incentivar la formación de líderes ciudadanos, ha abandonado a los detentores de este liderazgo ciudadano y en el peor de los casos los ha dejado a la suerte de la displicencia sociopolítico y en manos de grupos de extermínio. Nuestro modelo socioeconómico neoliberal exige el urgente contrapeso a un sistema capitalista caracterizado por la desigualdad y la acumulación inmoral de la riqueza y promueve la injusticia como medio de control. Para finalizar quisiera dejar dos reflexiones que abordan los argumentos aquí expuestos: el primero es de Sócrates (s. V a.C) cuando afirma célebremente que la vida que se vive sin conciencia (examen) no merece ser vivida. Y segundo, parafrasear a Immanuel Kant (s. XVIII) cuando proclama que la autonomía personal, especialmente la libertad de pensamiento, eran esenciales si los seres humanos querían escapar de los grilletes de la superstición y la deferencia a la autoridad tradicional.

La formación de una ética ciudadana va más allá de la idea Aristotélica de ser el hombre (y la mujer) un animal político. Hoy más que nunca debemos tutelar estas relaciones de poder – cada vez más desigual – en los ámbitos políticos, económicos, sociales y ambientales. Decidir ser entes activos en este mundo será mucho mejor que ver con pasividad como se destruye la sociedad en que vivimos y con ella el ambiente donde está inserta por la codicia, la avaricia de unos pocos.

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Iván Godoy Flores es consultor de empresas y gobierno. Ingeniero en Administración de Empresas, Licenciado en Administración de Empresas y Magíster en Ciencias Sociales Aplicadas por la Universidad de Tarapacá. Es investigador en calidad de profesional y miembro del Grupo de Investigación en Psicología Política de la Universidad de Tarapacá. Es doctorando en la Universidad de São Paulo – Brasil. Es Director Ejecutivo del Grupo Liaison Consultoría SpA.

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