La relación entre el desarrollo sostenible y el patrimonio

Por Guido Asencio Gallardo. 15.07.2021. El patrimonio tiene relación en con el desarrollo sostenible, debido a que en los últimos años se ha posicionado fuertemente  una visión de conservación, a la cual se le ha añadido el apellido de sostenible con el objetivo de establecer procesos de gestión ambiental, basados en el uso razonable de los recursos naturales, los cuales procuran el establecimiento de herramientas que permitan gestionar y promover la correcta utilización de ecosistemas y especies, asumiendo que la conservación del patrimonio natural y cultural presentan una oportunidad de desarrollo que permite resguardar el patrimonio que las nuevas generaciones tengan la posibilidad de apreciar y concientizar sobre su uso.

Sabiendo que el mundo avanza a pasos agigantados en diferentes ámbitos, donde las transformaciones medioambientales no son la excepción.  El progreso de la humanidad ha sufrido cambios vertiginosos que se ven evidenciados de manera acelerada, principalmente en el último medio siglo.  Prueba de lo anterior, se encuentra en el aumento de las expectativas de vida de las personas, mejorando en casi la mayoría de los países los índices de pobreza, entre otros avances.  Al mismo tiempo, la humanidad cada vez más, tiene la posibilidad de intervenir la naturaleza, llegando a amenazar todo su entorno, comprometiendo la supervivencia y sus expectativas de desarrollo.

En consecuencia, todas las transformaciones suscitadas en los elementos descritos anteriormente, llevan a experimentar grandes cambios en la vida de las personas, afectando de manera directa e indirecta a la economía, la cultura, y, en definitiva, todas las aristas relacionadas con la acepción de un “nuevo mundo”.  La globalización o como prefieren decir los científicos sociales la mundialización, influye directamente con las problemáticas ambientales que ponen en peligro al mundo entero.

Por otro lado, la globalización de los mercados ha llevado a profundizar las problemáticas medioambientales en el planeta, a través del calentamiento global de la atmósfera ha tenido como consecuencia cambios en el clima, la atmósfera, la morfología de la tierra, que afectan la calidad de vida de todos los seres vivos, por este motivo resulta aún más urgente educar respecto al patrimonio natural, puesto que simplemente se podría decir que si no se tiene como prioridad establecer mecanismos que ayuden a frenar estos cambios, se estará comprometiendo dicho patrimonio para las futuras generaciones.

En este sentido, cabe hacerse la pregunta acerca de qué se está dispuesto a sacrificar para establecer los equilibrios necesarios que procuren llevar a la sociedad hacia un progreso y crecimiento más consiente que no descuide la calidad de vida, esto es lo que muchas teorías basadas en la llamada “nueva economía” se plantean por estos tiempos, tomando en cuenta aspectos que involucran una serie de herramientas y tendencias que lleven hacia un mundo más sostenible, donde las autoridades, ciudadanos, empresarios, gremios, o los también llamados stakeholders, deben alcanzar finalidades comunes que integren en todas sus dimensiones acciones responsables que impacten de manera positiva las formas de vida que hoy existen.

El término desarrollo históricamente ha estado ligado al crecimiento a la estabilidad y la modernidad.  Sin embargo, hoy en día esta denominación ha ido evolucionando hacia el reconocimiento que pasa de ser una simple acepción vinculada a crecimiento a un complejo concepto que implica la condicionante de otros elementos que se deben cumplir para que avance hacia una transformación verdadera del desarrollo, donde la dimensión económica sigue formando parte, pero no es la única ni mucho menos la más importante,  se incluyen aspectos sociales, medioambientales, de participación ciudadana, que también se relacionan, en cierto modo, con la calidad democrática que tiene un territorio.

Muchas son las definiciones que se asocian al concepto de desarrollo, una de las más usadas en este contexto, es el apellido de sostenible. En tanto, el desarrollo sostenible cumple con poner en perspectiva la definición primitiva de la economía clásica donde las necesidades son muchas y los recursos escasos, acá se amplía la mirada hacia la satisfacción de las necesidades que deben ser cubiertas en el presente, con la precaución de asegurar que las generaciones futuras puedan tener la posibilidad de aspirar a un desarrollo más pleno.  En este plano, el desarrollo sostenible asociado la mejora de calidad de vida de las personas, redunda en el mejoramiento también a las formas de conservación y protección ambiental, que forman parte de un entorno que proporciona la plataforma ideal para entender la importancia de resguardar el patrimonio natural.

Todos los elementos incluidos en el concepto compuesto de desarrollo sostenible, llevan a que se puedan adoptar medidas para mejorar acciones con el ánimo de generar acciones racionales en función de los costos y beneficios que involucran el establecimiento de un camino hacia el incentivo de políticas públicas que logren traducir sus finalidades en señales concretas que puedan impulsar un interés que mejore las condiciones de vida de las personas.

Uno de los eventos que marcó la pauta para discutir el desarrollo sostenible de manera seria y concreta estuvo dado en la Comisión Brundtland en el año 1987, cuyos principios fueron ratificados en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, efectuada en el año 1992, donde se plantearon los compromisos que ejercieron las naciones más importantes del mundo, incorporando un espectro mucho más amplio sobre los grandes objetivos que debían perseguir estos países, añadiendo a la dimensión ambiental, económica y social una serie de elementos que complementarían la forma de enfrentar el desarrollo a nivel mundial.  Dentro de estas premisas se incorporaron, la ubicación que tendrían los seres humanos en el desarrollo sostenible, la necesidad de conocer lo que perseguían las generaciones presenta y futuras, la compatibilidad necesaria que debía tener el crecimiento económico  y la protección ambiental.  Por primera vez se discutió la necesidad de asegurar la gestión de recursos naturales renovables y no renovables para pensar en su conservación, la proclamación de la solidaridad global como condición necesaria para el desarrollo sostenible, y el reconocimiento de las limitaciones impuestas para el desarrollo tecnológico y la capacidad del medio ambiente para satisfacer las necesidades presentes y futuras de las generaciones. (Rodriguez, C y G. Espinoza, 2002).

Luego en la Conferencia de Río del año 1992, muchos países manifestaron su adhesión a los compromisos con el desarrollo sostenible, por medio de acuerdos multilaterales, marcos legislativos, declaraciones, planes de desarrollo y políticas públicas encaminadas a lograr los objetivos propuestos en esa instancia, que incluyeron formas de frenar la degradación ambiental, así como también, disminuir los niveles de pobreza en todo el planeta, donde América Latina no fue la excepción.   Otro ode los argumentos que sostuvo esta cumbre mundial, fue la de plantearse como objetivo disminuir los grados de inequidad que existían al interior de los países, sabiendo que esto siempre ha sido muy difícil de llevar a cabo, por los diferentes niveles de desarrollo que presentan estos países, sin embargo la prioridad se centraba en demostrar que las intenciones de los países eran reales y procuren colocar a la sostenibilidad como uno de los ejes prioritarios de atender en sus políticas públicas que impulsaran.

A nivel mundial existe una discusión teórica sobre si se utiliza el término sostenible o sustentable, sin embargo, en esta columna solamente me voy a remitir que nos estamos refiriendo a dos conceptos que confluyen en su esencia, por eso nombraré algunas definiciones más conocidas para dar una mirada global sobre estos términos.

La sustentabilidad, mencionada en este apartado ciertamente constituye un concepto utilizado desde hace unas dos décadas atrás, para refrendar la importancia de la dimensión del medio ambiente, en el proceso de desarrollo, esto con el fin de alcanzar un equilibrio  necesario relacionado directamente con la conservación, sin soslayar las demás dimensiones como las sociales, económicas, políticas y culturales, que forman parte de la vorágine de la sustentabilidad, pasando a darle también una connotación  ética  que se encuentra inserta en en análisis integral añadiéndole al desarrollo un sentido más amplio.  En otras instancias institucionales púbicas, el concepto de sustentabilidad, también lo asocian a procesos participativos, de transparencia, de eficiencia, para acompañar una planificación adecuada. (Mebratu, 1998).

Realizando el análisis sobre la sustentabilidad, es posible volver a la propia naturaleza del término, que bien utilizado, permite obtener sus efectos en todos los seres vivos, donde los humanos son solo una parte, quienes persiguen tener adecuados niveles de calidad de vida, en tanto, tomar decisiones pensadas en el largo plazo, intrínsecamente mejora las expectativas de vida de las próximas generaciones, el uso consciente de los recursos naturales mejora la calidad de vida de las personas, es importante considerar que la conservación del patrimonio natural, también implica la canalización aspectos intangibles como el espiritual, o como en el caso de los imaginarios que se producen en los lugares donde existe una buena sinergia entre el territorio y los encargados de cuidarlo.

La incorporación de nuevos paradigmas asociados al proceso de desarrollo, no está alejada de dificultades, las cuales se traducen en grandes desafíos que no deben perder de vista colocar en equilibrio a todos los seres vivos, donde los responsables de gestionar debidamente un ambiente sustentable son los seres humanos, quienes deben resguardar el acceso, uso y conservación de recursos naturales y la biodiversidad a través de la praxis, desde cualquiera de los roles que le corresponda asumir, es decir, desde las institucionalidades, desde las empresas, desde lo profesional, desde la ciudadanía, etc.  Con esto, es posible, avanzar hacia un aporte concreto dimensionado socialmente, teniendo con esto efectos en aspectos cotidianos presentes en la discusión política y social de cualquier país, tales como la reducción de la pobreza, las desigualdades sociales, conservación de la identidad territorial, la puesta en valor  del patrimonio, mejoras en las prácticas democráticas con participación  real, que en definitiva deben ser tomadas en cuenta para la definición de decisiones que redundan en la implementación de políticas públicas a la medida.

El entendimiento de los conceptos y paradigmas descritos anteriormente, entregan una marco general para adentrarse a analizar los requerimientos necesarios hacia políticas ambientales integrales, incorporando como eje esencial los diferentes aspectos de una conservación sustentable, buscando  evidenciar y potenciar beneficios que presentan los ecosistemas y recursos naturales, para que de alguna forma, sea posible detener la degradación ambiental, por medio de la práctica de acciones concretas que valoren la riqueza de conceptos virtuosos permitiendo dar cuenta de las oportunidades que ofrece pensar en un desarrollo económico y social más armónico, que coloque en el centro el resguardo de lo ambiental, que sin duda tienen una relación directa con el cuidado y conservación del patrimonio.

Uno de los factores presentes en la conservación del patrimonio tanto natural como cultural es la globalización de los mercados donde surgen varios dilemas asociados principalmente a la responsabilidad compartida de los países por el generar verdaderos equilibrios, entre el la generación de factores productivos necesarios para el desarrollo de las personas y otros seres vivos, y la conservación de un entorno habitable, dando seguridad a las generaciones futuras para que tengan la oportunidad de disfrutar lo que hoy se tiene y no estar lamentando lo que pudo haber sido, sin ni siquiera haber intentado reflexionar acerca de las herramientas que se encuentran a nuestro alcance para poder tener presente que los clásicos factores de producción, tales como el trabajo, el capital, las tecnologías y la tierra, comprenden un sistema de recursos finitos que deben ser concientemente utilizados.

_____________________________________________
Guido Asencio Gallardo, es académico de la Universidad de Los Lagos, Licenciado en Ciencias Contables – Contador Público y Auditor, Diplomado en Gestión Estratégica, Diplomado en Políticas Públicas, Mg(c) Ciencias Sociales y MBA Latinoamericano. Doctorando en en Administración de Empresas. Miembro Núcleo Desafíos Regionales. Miembro del Consejo Asesor Socio-Productivo. Escribe para esta columna en materias de RSE, Desarrollo Socio Económico y Políticas Públicas. Integrante Núcleo de Investigación Desafíos Regionales de la Universidad de Los Lagos. Académico e Investigador Universidad de Los Lagos. Miembro Núcleo Desafíos Regionales. Miembro del Consejo Asesor Socio-Productivo.
__________________________________________________
Las opiniones vertidas en este espacio son de exclusiva responsabilidad de quien las emite, no representando necesariamente la opinión de Grupo Liaison Consultoría e Inversiones S.p.A.